Edgardo David Mejia

(July 4, 1962 – April 4, 2025), a father, storyteller, and lover of life, passed away peacefully in the embrace of his family after a courageous battle with cancer. Born in San Salvador, El Salvador, Edgardo’s journey led him to Toronto, Canada, where he built a life rooted in resilience, laughter, and love.

A man of joy and faith, Edgardo’s vibrant spirit touched everyone he met. He dedicated decades to construction, laboring tirelessly to provide for his family and contribute to shaping communities across the cities he helped build. Though the work was grueling, his strength and perseverance became a testament to his devotion. Beyond his trade, Edgardo’s heart belonged to service and storytelling. As a Jehovah’s Witness Special Pioneer, he traveled to remote villages in El Salvador, sharing his deep knowledge of the Bible and offering hope to countless lives. His joy and spirit infused in everyday moments—whether reciting scripture, quoting poetry, listening to music, playing fútbol, teaching history, or gathering loved ones around a campfire under the stars.

Edgardo’s greatest pride was his family. He is survived by his five children: Wendy and Diego (from his first marriage with Lidia Estela Mena in El Salvador) and Jonathan, David, and Haydee Alexandra (from his second marriage with Morena Monico, mainly in Canada). His legacy lives on through his adored grandchildren—Berta Alicia, Isabelle, Valentina, Yasmin, and Alia —who will carry forward his tales, traditions, and the lessons of resilience he embodied.

Edgardo was not perfect, nor always present, but he gifted his family with moments that became lifelong treasures: a spontaneous road trip, a perfectly timed joke or story, or a quiet lesson in perseverance. Though he will be deeply missed, his laughter echoes in the hearts of all who knew him.

He leaves us with the following scripture for us to understand what Jehova has in store for us if we are able to reach Paradise:

"And he will wipe out every tear from their eyes, and death will be no more, neither will mourning nor outcry nor pain be anymore. The former things have passed away."

• Revelation 21:4

Edgardo David Mejía (4 de julio de 1962 – 4 de abril de 2025), padre, narrador de historias y amante de la vida, falleció en paz en los brazos de su familia tras una valiente lucha contra el cáncer. Nacido en San Salvador, El Salvador, el camino de Edgardo lo llevó hasta Toronto, Canadá, donde construyó una vida marcada por la resiliencia, la risa y el amor.

Hombre de alegría y fe, el espíritu vibrante de Edgardo tocó a todos los que lo conocieron. Dedicó décadas al trabajo en la construcción, laborando incansablemente para sostener a su familia y contribuir a dar forma a las comunidades de las ciudades donde trabajó. Aunque la labor fue dura, su fortaleza y perseverancia fueron un reflejo claro de su entrega.

Más allá de su oficio, el corazón de Edgardo pertenecía al servicio y a la narración. Como precursor especial de los Testigos de Jehová, viajó a aldeas remotas de El Salvador, compartiendo su profundo conocimiento de la Biblia y llevando esperanza a innumerables personas. Su alegría y entusiasmo llenaban los momentos más cotidianos: ya fuera recitando las Escrituras, citando poemas, escuchando música, jugando fútbol, enseñando historia o reuniendo a sus seres queridos alrededor de una fogata bajo las estrellas.

El mayor orgullo de Edgardo fue su familia. Le sobreviven sus cinco hijos: Wendy y Diego (de su primer matrimonio en El Salvador) y Jonathan, David y Haydee Alexandra (de su segundo matrimonio en Toronto). Su legado vive en sus adorados nietos—Berta Alicia, Isabelle, Valentina, Yasmin y Alia —quienes llevarán consigo sus historias, sus tradiciones y las lecciones de resiliencia que él encarnó.

Edgardo no fue perfecto, ni siempre estuvo presente, pero regaló a su familia momentos que se convirtieron en tesoros eternos: un viaje espontáneo por carretera, un chiste o historia contada en el momento justo, o una lección silenciosa de perseverancia. Aunque su ausencia se sentirá profundamente, su risa resuena en el corazón de todos los que lo conocieron.

Nos deja con la siguiente escritura para que entendamos lo que Jehová tiene preparado para nosotros, si logramos alcanzar el Paraíso.

"Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”

• Revelation 21:4      

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